domingo, 4 de febrero de 2024

 

Conciencia

Esta lucha por fin me ha fraccionado. Supongo que no soy el único, tal vez también otros efectúan la batalla interna e interminable que sin importar que parte gane siempre se pierde. Mi conflicto surge entre la emoción y la razón. Tengo la costumbre de analizar lo que siento; de convertir las cosas equivocadas en justas. 

 

   La pelea más reciente fue definitiva, la espada de democles me dividió en dos. Hace un par de noches, aprovechando que mi esposa estaba de vacaciones, fui a un bar al salir del trabajo. El ambiente jovial en el lugar me hizo sentir incómodo, de modo que busqué refugio en la barra. Mi reducto solitario duró poco, pronto estuve rodeado por la tribu juvenil, en su mayoría hombres, pero también había féminas que sin pudor reposaban sus frondosos senos sobre los que estábamos en la barra con tal de estar en el bureo.

 

   El pequeño espacio se abarrotó para ver a la “bar ténder” que en forma espectacular preparaba bebidas, era una malabarista con las botellas y vasos para crear cócteles. Apenas la vi fui atraído al igual que una polilla nocturna cae fascinada por la luz.

 

   No fue el conjunto de sus atributos de belleza lo que me atrajo, fueron sus ojos tántricos. Qué le gustó de mí, no me lo explico, tantos jóvenes atractivos y me eligió a mí. Antes de salir del local escribió en una servilleta: “soy Jhumpa, llámame” y agregó su número telefónico.

 

   Al estar en casa gran parte de la noche la conciencia empezó a reprobar mi conducta, a cuestionar mi falta de madurez. Al otro día busqué la servilleta, la desdoblé y al leer “Jhumpa” sus ojos fueron todo lo que mi mente pudo visionar. Fue hipnótico, cuando reaccioné ya había acordado una cita con ella.

 

   Desde luego vino el reproche, el arrepentimiento y la prudencia. Mi proceder había sido deleznable y debía rectificar. Veinte años de matrimonio y de fidelidad, aunque debo reconocer que no ha sido por amor. Excepto con mis hijos, vuelco mis afectos a cuenta gotas y suelo marcar distancias para no llevarme decepciones.

 

   Las siguientes horas fue una lucha entre una parte de mí que pedía una oportunidad, quería sentirse viva y libre, y otra que llamaba a la cordura. De a poco la parte “emocional” fue ganando terreno, dediqué excesivo tiempo en mi arreglo personal. Llegada la hora en que debía salir para llegar puntual a la cita el debate interno se extremó, era tanta la división que de pronto la parte emocional tomó control de mi cuerpo y abandonó la conciencia sentada en el sofá. Me vi tomar las llaves del carro y salir.

 

   La conmoción inicial dio paso a una extraña sensación de ingravidez, como de flotar en el agua o estar en una burbuja. Debía frenarme, así que me seguí, me vi bajar las escaleras a brincos juguetones y chiflando una melodiía; me dio alegría ver esa parte de mi tan feliz. Desde el otro asiento me observaba cuando iba conduciendo, estaba tan ilusionado, liberado del yugo de la conciencia. 

    Mi parte física se encontró con la chica a dos cuadras del lugar de reunión, se saludaron de beso en la mejilla y ella se colgó del brazo recargando su cabeza en… debo decir “mi” hombro con una familiaridad que me resultó chocante. Cuando enderezó la cabeza noté que era ligeramente más alta que “yo”, a pesar de no usar tacones altos, y que tal vez por un gesto amable reclinaba la cabeza en posición incómoda. Ese detalle suavizó mi apreciación de ella.

 

   En el restaurante me observé a media distancia para captar los detalles, mi conducta era despreciable, una cosa era que fuera amable y otra muy distinta que me desbordara en atenciones. Algunos mimos no formaban parte de mi ser por considerarlos cursis y en una primera cita los practicaba como adolescente enamorado.

 

   El cachondeo subió de tono en la habitación de un hotel. De improviso me sentí atrapado en una escena de voyerismo, pero no podía dejar de ver en mí una pasión inédita que seguramente yo (la parte consciente) coartaba, en ella su entrega era espiritual, cada movimiento que repetía era como un mantra corporal y sus ojos bengalíes tenían un brilllo Védico.

 

   Era la primera vez que veía mis gesticulaciones al copular. En el momento del clímax llegó el orgasmo y mis gestos adquirieron un rictus de dolor y sufrimiento, iba a darme risa lo cómico de mi cara, pero me detuvo el comentaro de Jhumpa “¿Por qué no te entregas por completo? Hay algo de ti que se rehúsa a estar conmigo”. Estuve a punto de acercarme y participar, pero me “vi” como la abrazaba con celo.

 

   De regreso a casa me seguí de cerca, con preocupación comprobé que mi otro “yo” el emocional sin la parte consciente era una mejor persona, es decir, tenía detalles no muy comunes en mí: di dinero a un indigente, ayudé con unos bultos a una señora que caminaba con dificultad y en el edificio saludé al portero con amabilidad.

 

   De regreso en casa, aún separados reflexionaba sobre el hecho tan bizarro, y me preguntaba si es posible que una parte estorbe a otra para ser mejores, Y cuando estaba a punto de aceptar que mi parte emocional era la mejor me advirtio que por nada iba a compartir a Jhumpa conmigo.

18 comentarios:

  1. Muchas gracias, Alfredo, por participar con este relato en el homenaje a Italo Calvino y el El vizconde demediado. ¡Suerte!

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  2. Efectivamente nuestra parte racional y la emocional en ocasiones pueden distar mucho! Me encanto la forma de separar la persona fisica de la espiritual, con ese toque de voyeurismo! Je je! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!

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  3. Un desdoblamiento entre razón y emoción difícil a veces de gestionar. Tu historia plasma muy bien esa situación, Alfredo. Estupendo tu relato.

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  4. Menos mal que a los seres comunes el cuerpo físico nos limita muchas cosas, y que las dualidades razón-emoción ocurren en el alma hasta que... el cuerpo es descubierto in fraganti, y ahí te quiero ver...Excelente relato.Saludos y suerte en el concurso

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  5. Interesante relato. Lo racional y lo emocional, que no necesariamente lo bueno y lo malo...

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  6. Si, es cierto la conciencia debe ser siempre una "vocecita" porque si se la deja crecer arruina todo lo bueno que la vida ofrece

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  7. Hola Alfredo un relato muy curioso, ver el monologo a priori del protagonista que resulta una charla entre lo sentimientos y la razón muy bien llevado. Un saludo.

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  8. Me alegro mucho volver a leerte de nuevo, Alfredo.
    Desde luego, la conciencia es todo un dilema, desde luego. Creo que lo tienen más fácil los creyentes de cualquier religión, en el que hay un código para no caer en el dilema de la ética (ellos lo llaman pecado).
    Concretas el relato en la infidelidad de tu protagonista. Hay una frase en la que dices que fueron veinte años de matrimonio y fidelidad pero no por amor Se puede amar a los hijos aunque un matrimonio se rompa, da la impresión de ser un tremendo moralista, al menos hasta que conoció las delicias de la entrega.
    Te cuento una anécdota personal, sobre desdoblamientos, (o lo que fuera) de cuando era una niña. Me desperté (dormía con la luz de la mesilla encendida) la camita de al lado estaba vacía y de repente me vi a mí misma en la otra cama contemplándome a mi misma en mi cama. Fue una fracción de segundo por lo que supongo que estaba soñando. Grité porque me asusté hasta que vinieron mis padres.
    Volviendo a tu relato, pienso que la lucha interna, en el sentido que sea, nos hace más humanos.
    Un fuerte abrazo y rebienvenido, Alfredo.

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  9. Hola, Alfredo. Genial la propuesta que nos traes. La lucha interna desdobla a nuestro protagonista, y su parte emocional, libre de la cadena que nos ¿hace? humanos y no animales, hace todo lo que le viene en gana, sin filtros ni conciencias. Es curioso que es la parte cerebral quien cuenta la historia. Sería interesante conocerla de boca de la emocional.
    Un trabajo fenomenal. Te deseo lo mejor en el concurso.

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  10. Hola Alfredo. Creo que en realidad el protagonista nunca dejó de ser uno, aunque en ese estado de negación de lo que estaba haciendo, contrario a su moral y su conciencia, terminó viviendo su rebeldía desde una posición alejada que le impidió disfrutar la experiencia de manera completa. La disociación entre deber y placer, moral y relajación, entre lo que creemos que debemos ser y lo que en realidad queremos ser, queda muy bien retratada en tu relato. Porque no es menos cierto esa ruptura con las normas establecidas es, muchas veces, lo que mantiene la chispa de la vida encendida en nuestras almas. Un abrazo.

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  11. Hola, Alfredo. Un desdoblamiento que hace pensar, porque, pese a que la conciencia le decía que no debía engañar a su mujer, lo hizo. Y sin embargo, esa parte de su ser terminó siendo una persona más amable y generosa, con lo cual se genera otro conflicto.
    Muy bueno
    Un abrazo

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  12. Hola Alfredo, la lucha interior es una batalla dura y complicada. Bien gestionado. Un abrazo

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  13. Realmente la lucha interna es difícil, la parte emocional y la racional son muy diferentes, creo que todos poseemos ambas y muy disímiles a la vez.
    Muy buen relato, saludos.
    PATRICIA F.

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  14. Hola, Alfredo. Gran relato, me ha gustado mucho tu versión del conflicto interior de un hombre que, con tal de atender la llamada de su parte más emocional, "decide" desdoblarse para desligarla de la más cerebral. Un saludo y suerte.

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  15. Magnífico relato, Alfredo.
    Me ha encantado esa lucha entre la conciencia y la emoción, con la que nos toca lidiar absolutamente a todos. Planteas la interesante cuestión de si podríamos ser mejores si sólo nos impulsara la emoción. Creo que lo ideal es alcanzar un equilibrio entre lo mental y lo emocional, algo así como lo que le pasa al protagonista de la obra de Calvino cuando consiguen volver a unir sus dos partes.
    Mucha suerte en el concurso.
    Un fuerte abrazo.

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  16. La conciencia siempre está ahí dispuesta a dar su versión de lo que pasa y en el caso de tu protagonista esa duda le lleva a desdoblarse para decidir.
    Muy buen relato, muy trabajada toda la trama
    Un abrazo Alfredo
    Puri

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  17. Hola... excelente relato en el que la permanente batalla entre la emoción y el raciocinio toma otro sentido. Me ha encantado ese reconocimiento de ser "mejor persona" cuando dejamos a un lado nuestra parte racional... Muy buena historia. ¡Saludos!

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  18. Hola, Alfredo. Sí que va a tener buena papeleta tu protagonista y más si sus dos vertientes no llegan a un acuerdo aunque sea en terreno neutral. El dilema está servido, buen aporte para el reto.
    Saludos y suerte.

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