Sacerdote
Fue en el año 13
conejo cuando Viento Helado salvó el imperio. Él era el sacerdote que mejor
interpretaba los designios de las entidades. Tuvo una visión mental en donde el
imperio sucumbía por el embate traicionero de los hombres barbudos que llegaron
por mar.
De modo que contradijo la voluntad del
tlatoani y conspiró para dar muerte al capitán. Sucedió en la cima del Templo
Mayor, en la roca de los sacrificios de bajorrelieves saturados de sangre seca.
Los dioses se sintieron complacidos, los súbditos también y mostraron su aprobación
con alaridos frenéticos. Fue el mismo Viento Helado quien realizó la infame
labor de clavar el puñal de pedernal con un movimiento certero.
En una maniobra dramática arrancó el
corazón del pecho del capitán y lo levantó para ofrecerlo a las deidades y como
prueba palmaria de que no era un dios. Todos callaron. El mismo sol palideció y
dejó ver con mayor claridad la estrella errante y su cauda. Los últimos rayos luminosos
nimbaron la cabeza de Viento Helado que sostenía el corazón aun palpitante: en
un momento sístole y se contrajo la amenaza al pueblo mexica, después diástole
y se expandió el imperio por siglos.
Sucedió que Viento Helado cambió el destino
que vislumbró y evitó a su pueblo dolor y vejación, con todo, no pudo evitar que
Moctezuma le quitara la vida, pero en compensación los dioses eternizaron la
casta de sacerdotes quienes en noches heladas respiran con nostalgia las
pulsiones vitales del antiguo maestro.
Punto Jonbar El
encuentro de Moctezuma y Hernán Cortez.
¿Y si alguien hubiera
contrariado la voluntad de Moctezuma que creía que Hernán Cortez era el regreso
de Quetzalcóatl? Moctezuma era supersticioso en extremo y creyó que el cometa
que cruzó por el cielo de Tenochtitlan poco antes de la llegada de Hernán era
un augurio.