lunes, 8 de marzo de 2021

 


Sacerdote

 

Fue en el año 13 conejo cuando Viento Helado salvó el imperio. Él era el sacerdote que mejor interpretaba los designios de las entidades. Tuvo una visión mental en donde el imperio sucumbía por el embate traicionero de los hombres barbudos que llegaron por mar.

   De modo que contradijo la voluntad del tlatoani y conspiró para dar muerte al capitán. Sucedió en la cima del Templo Mayor, en la roca de los sacrificios de bajorrelieves saturados de sangre seca. Los dioses se sintieron complacidos, los súbditos también y mostraron su aprobación con alaridos frenéticos. Fue el mismo Viento Helado quien realizó la infame labor de clavar el puñal de pedernal con un movimiento certero.

    En una maniobra dramática arrancó el corazón del pecho del capitán y lo levantó para ofrecerlo a las deidades y como prueba palmaria de que no era un dios. Todos callaron. El mismo sol palideció y dejó ver con mayor claridad la estrella errante y su cauda. Los últimos rayos luminosos nimbaron la cabeza de Viento Helado que sostenía el corazón aun palpitante: en un momento sístole y se contrajo la amenaza al pueblo mexica, después diástole y se expandió el imperio por siglos.

    Sucedió que Viento Helado cambió el destino que vislumbró y evitó a su pueblo dolor y vejación, con todo, no pudo evitar que Moctezuma le quitara la vida, pero en compensación los dioses eternizaron la casta de sacerdotes quienes en noches heladas respiran con nostalgia las pulsiones vitales del antiguo maestro.

 

 

 

 

Punto Jonbar El encuentro de Moctezuma y Hernán Cortez.

¿Y si alguien hubiera contrariado la voluntad de Moctezuma que creía que Hernán Cortez era el regreso de Quetzalcóatl? Moctezuma era supersticioso en extremo y creyó que el cometa que cruzó por el cielo de Tenochtitlan poco antes de la llegada de Hernán era un augurio.